Actitudes que necesitan revisión
"Los micromachismos son como grietas en una estructura. Parecen pequeños, pero si no se atienden, pueden derrumbarlo todo."- Angela Saini, periodista científica británica.
Hoy quería contarte algo que me ha pasado hace un par de meses atrás.
Llevo 10 meses viviendo en esta zona norteña.
Al venir, me apunté al club deportivo, aparte de porque hago deporte, en los gimnasios se socializa mucho. Y se liga también, aunque ese no sea mi objetivo.
En realidad, socializar me ha ido peor que nunca, pero ligar, más o menos como siempre.
Uno de mis compañeros de entrenamiento se acercó a mí. Note desde el principio sus intenciones, pero dejé claro que yo solo buscaba amistades para salir y socializar, que no estaba interesada en otro tipo de relaciones.
Aparentemente, me escuchó, quedo claro, lo comprendiera o no, lo compartiera o no.
Digo aparentemente por qué nos fuimos conociendo y tenemos muchos hobbies en común.
La conversación siempre fluía, salíamos y lo pasábamos bien.
Realmente, durante varios meses lo hemos pasado realmente bien.
Pero en algunas ocasiones intentaba acercarse a mí de otra manera.
Él quería que pasase algo entre nosotros y quería tener pareja, casarse, tener hijos, y el prototipo de vida familiar tradicional. En este área rural es el único modelo existente.
Yo le decía que no me sentía cómoda con ello, que no estoy en un momento vital en el que quiera relaciones, que necesito centrarme en mi vida, en asuntos que tengo que sacar adelante, que no quiero que nada me distraiga y que, en general, no quiero salir con un chico. Que solo me interesaban relaciones de amistad, salir y pasarlo bien.
Además, de que no solo no me interesa una pareja, sino que no soy nada tradicional. No me veo en un estilo de vida tradicional. No me apetece en absoluto ser madre, ni vivir en el mismo sitio con la misma rutina.
Tuvimos varias conversaciones sobre el tema. Intenté evitar rechazarle directamente por evitar herirle, pero procurando ser clara.
A veces, se enfadaba y me soltaba algunos juicios sobre mí, bastante equivocados, que no me hacían mucha gracia.
Entonces, decidí que era mejor dejar de vernos. Que no me sentía muy cómoda saliendo con el sabiendo que él quería algo que yo no estaba por la labor de dar. No me hace especial ilusión estar saliendo con alguien que aparentemente está sufriendo a mi lado.
Pero la insistencia siguió.
Intenté explicarle que no le veía como mi pareja. Que yo sentía que era mi amigo, pero no veía a él a un compañero, que muchas veces sentía que yo tenía el peso de las decisiones de todo y que sentía que tenía que cuidar de el.
Da igual las explicaciones que yo diera, todas me las rebatía.
En alguna ocasión tuve que hacerle algún rechazo más directo. Es decir, que no veía en él aspectos que creo que son importantes en un chico con el que sí saldría.
También me negó que esos aspectos fuesen verdad.
Intenté distanciarme.
No sirvió de nada.
Me negoció y me dijo que vale, que solo amigos, que saliésemos, lo pasásemos bien y disfrutaremos de la vida, y más en invierno que las zonas rurales son difíciles con el frío.
Le comuniqué que esos juicios que me soltaban no me gustaba y no podían volver a pasar.
Lo aceptó y me aseguró que no tenía que preocuparme por él, ni por sus sentimientos, que el se cuidaba solo.
Solo salir, pasarlo bien y ya, sin expectativas, sin dramas.
Acepté el trato.
Seguimos pasándolo bien, pero las conversaciones de que fuésemos algo más volvían.
Ante la insistencia llegué a valorarlo, en plan, no me apetecía nada en absoluto y no lo veía, pero me abrí a observarle por si fuese mejor decisión ser más flexible.
Realmente, físicamente no me gustaba, pero tampoco me disgustaba.
Dentro de mis prioridades, si las cosas importantes encajan, la parte física está de las últimas en la lista.
Nos entendíamos bien en muchas cosas, compartíamos hobbys y lo pasábamos bien…pero…faltaban cosas importantes. Y eso para mí lo convertía en amigo, pero no en posible pareja.
Noté algunas mentirijillas, algún intento de darle la vuelta a las cosas para que no pareciera que intentaba algo conmigo, algún intento de liarme un poco, en plan que la incoherente era yo, etc.
Me sugirió que me fuese a vivir con él con casa y gastos pagados por una oferta de trabajo que le hicieron en Ibiza.
Contra todo pronóstico a lo que quizás te figuras, evidentemente, le dije que no. Y eso que mis amigas y mi madre me dijeron que me fuese que ya conocería otro allí. Que sí habíamos dicho amigos, pues como amigos.
Pero seamos honestas, no te vas a vivir a la casa pagada de un tipo que quiere salir contigo para ser su amiga.
No me gusta tanto Ibiza, ni ningún lugar del mundo, como para tener que estar viviendo con alguien con quien no quiero vivir, viéndome obligada a tener una relación que no quiero tener y una dependencia de él, puesto que seria su casa, que no quiero tener.
Me frustré bastante con que no entendiera él no. Me frustró también que no podía encontrar en él el hombre con el que me gustaría salir.
Me sentía entre la espada y la pared y necesité alejarme un poco. Pero entonces me perseguía aún más para hablar, cuando hablábamos y le decía cómo me sentía, me negaba todo, y me acusaba de tratarle mal si quería mantenerme al margen un tiempo en base de que hablar no servía de nada.
Tuvimos una laaaaaarga charla en el que le explicaba que era importante para mí que entendiese qué había dicho no, que no me estaba respetando, que no le daba la importancia que yo necesitaba que le diera, que no me sentía bien y no estaba nada dispuesta a moverme de la silla hasta que no lo comprendiera y le diera el valor que tenía que darle.
Evidentemente, se excusaba o intentaba quitarle hierro. Intentó tergiversar un poco alguna cosa, bla, bla, bla, excusas.
Le pregunté si no consideraba que en su comportamiento no había algo que tuviera que cambiar para que pudiéramos estar bien los dos.
A muchas personas no les gusta nada darse cuenta de que se han equivocado, pero no estaba dispuesta a irme de allí sin que interiorizarse que tenía que cambiar su actitud.
Aparentemente, a regañadientes, lo comprendió y parece que se dio por vencido.
Entonces pudimos pagar la cuenta e irnos.
Igualmente, mi confianza ya se quebró.
Hicimos algunos planes, lo pasamos bien, noté un poco de distanciamiento, lo cual, supuse que era una buena señal.
Y de pronto, otra vez. Conversación sobre ser pareja usando la presión social de que todo el mundo da por hecho que lo somos y que cuando habla con alguien del tipo de relación que tenemos todos piensan que eso es una pareja, por tanto, la incoherente, la que no se daba cuenta de las cosas, era yo.
En este punto me pareció ya demasiado absurdo tener que explicarle a una persona adulta que dos personas adultas pueden hacer lo que quieran y que serán lo que ellas acuerden ser. Por tanto, si alguien te indica que no quiere una relación, no sois una relación.
Le rechacé de forma más directa. Aun suponiendo que quisiera una relación, no le elegiría a él.
Le sentó un poco mal, pero volvió a hacer oídos sordos.
Me di cuenta, que el problema es que no estaba dispuesto a aceptar un no por respuesta. Que me estaba obligando a ser su pareja y que intentaba convencerme a toda cosa.
Ojo, no seducirme, no invitarme a cenar, no tontear conmigo [algo a lo que yo tampoco le daba pie, evidentemente] no tratarme como se supone que tratas a una persona que te gusta. No. Solo pedir y exigir.
Decidí que no quería verle más.
A partir de aquí, parece ser, que de pronto, soy una mala persona.
Evidentemente, me trata con rechazos y gestos de como se supone que hay que tratar a las malas personas.
Me critica junto con otras compañeras.
Acabé cansada de su actitud y simplemente pasé y me dediqué a hacer mi vida.
Como dicen por ahí no hay peor desprecio que no hacer aprecio y actualmente arde en llamas de rabia y me intenta fastidiar.
Conclusión, yo le tengo que seguir aguantando.
La pregunta es…¿Hasta qué punto todo esto era una fantasía en su cabeza y no estar dispuesto a ver la realidad por el dolor que pueda causar la soledad, o hasta qué punto es obligar a una chica a salir contigo por tus propios intereses, es decir, utilizarme?
Pues esto son micromachismos. Vamos, una machirulada de manual.
Y mira que tengo paciencia con las personas, y le apreciaba de corazón por lo bueno compartido, pero todo tiene un límite.
Y un punto de no retorno.
Personalmente, estoy hasta las narices de tener que aguantarle.
Un chico que seguramente no se considera ni una gota de machista, ni de irrespetuoso con las mujeres, que se sabe el gesto de pedir ayuda del puño cerrado en caso de acoso. Que seguro qué piensa de sí mismo que es muy buena persona y con capacidad de razonar, realmente tuvo comportamientos que no estuvieron bien.
Él, en su cabeza, supongo que debe de pensar que me lo merezco. Y ahí es donde está la perversión.
No respeta el no de una chica y cuando esta se planta la trata mal.
Por algo existen las cantinelas y frases hechas de “el no es no” y “se nos castiga por ser mujeres”.
El comportamiento de este chico no es más que un reflejo social de lo que se ha dado por permitido.
El mundo está lleno de gente que trata a otras personas como una mierda en nombre de la justicia. Cuando en verdad no es más que egoísmo.
Tan solo espero que esté orgulloso de su comportamiento y de la imagen que ha dado de si mismo.
Luego nos dicen a las mujeres que nos gusta cambiar a los hombres, pero anda que no hay hombres que creen que le van a cambiar el chip a una mujer, y cuando no lo consiguen, arden en rabia.
.
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Mientras esto ocurría, me apunté a un grupo de música del pueblo de al lado.
Hacía tiempo que quería, me encontré a una compañera que me habló de qué justo estaban empezando a formarlo y me interesaba introducirme en otros círculos para cambiar de aires del centro deportivo.
A los 4 días de clase, mi profesor de música, mientras preparábamos los instrumentos y nos colocábamos, me acarició un brazo, al rato una mano y en una de las ocasiones vino por detrás de mí y me agarró por la cadera.
En todas ellas me quedé sorprendida porque no me lo esperaba, no le veía venir y estaba ocurriendo delante de todo el mundo.
A la salida de la clase le llamé por teléfono y le dije que había notado ese acercamiento, que no sabía cuáles eran sus intenciones o qué pretendía, pero que creía que estaba interesado en mí.
En este caso no fui honesta. No le dije la verdad. No le dije “me ha sentado mal que me toques, solo te conozco de 4 días dando la clase, no tengo ningún tipo de confianza contigo, no sé a qué viene eso”.
Por miedo a crear mal royo y que esto fuese un problema para mí en las clases de música, le dije que me sentía halagada, pero que no estaba disponible, que me caía bien como profe y que mi intención solo era pasarlo bien”.
Me respondió que se estaba quedando a cuadros, que él no tenía ninguna intención, pero que es una persona muy cariñosa. Que estaba pasando por una mala época tras romper con su pareja y tener una crisis de identidad.
Y mira, que quieres que te diga: NO ES MI PROBLEMA.
Me había sobado delante de todo el mundo y no me gustó. No soy la virgen María para empatizar, apiadarme de su situación y cuidar de el.
No es mi tarea.
Pero eso no fue lo que respondí. Respondí, de nuevo para evitarme problemas, “ oh vaya ha sido un malentendido por mi parte, que bien que lo hayamos hablado” cambié de tema a algo de los instrumentos y acabó la llamada.
En este caso, desconozco sus verdaderas intenciones. No se si es un manos largas o si le gusté, pero su manera de insinuarse fue errónea.
En cualquier caso, hemos vuelto a vernos y a hablar en clase y ha respetado las distancias, lo cual agradezco enormemente.
Al menos por ahora, este sí comprendió él no.
Pero su micromachismo es creer que puede toquetearme delante de todo el mundo sin conocerme de nada.
Por no hablar, de que no ha tocado así a las demás compañeras, que son casadas y con hijos. Y, desde luego, tampoco a los compañeros.
Me apuesto la cabeza a que este tipo no se considera en absoluto irrespetuoso con las mujeres. Más bien, por su vestimenta un poco hippie y que sé que toca en las batucadas del 8M, podría considerarse un hombre feminista.
Sin embargo, a la hora de que le llame la atención una chica, la soba en público, sin confianza y sin su consentimiento.
Esto solo son ejemplos de la vida cotidiana de actos de personas que se consideran muy de igualdad entre hombres y mujeres pero que tienen una visión de las mujeres que no juega a favor de la igualdad.
La igualdad empieza, en su primer paso, por el respeto.
La vida de la mujer se pasa entre lucha y lucha para que su voz sea escuchada y su espacio respetado.
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