La envidia - parte III
"La envidia es el veneno que uno bebe esperando que muera el otro." - Camila Henríquez Ureña, Ensayista y humanista de Republica Dominicana.
No sé cuantos episodios haré de la envidia, porque desde luego es un temazo demasiado presente como para recordarlo de vez en cuando.
Como siempre, te cuento mis vivencias con relación a este tema.
Entre mis compañeras de entrenamiento hay dos chicas que son hermanas. Tamara de 40 años, y Adela de 38.
Ellas son las mejores nadadoras del club. Adela siempre se lleva medalla, y Tamara muchas veces también.
Llevan nadando toda su vida y yo apenas llevo dos años.
Simplemente, están a otro nivel.
Pero no todas las competiciones son dentro del agua.
Ni Adela ni Tamara han hecho nunca el más mínimo esfuerzo por entablar conversación conmigo.
Yo lo he intentado varias veces con ellas, pero con poco éxito.
Al principio creía que era algo cultural y que sería cuestión de tiempo, pero me cansé de recibir rechazos.
Asumí que tenía que pasar de ellas y pasé.
Pero, que yo pasase, lo notaron.
Empezaron a hablar con aquellas chicas con las que yo más hablaba en las duchas, y de pronto me sentía un poco aislada.
Notaba también que algunos compañeros delante de ellas estaban raros conmigo, pero cuando ellas no estaban volvían a ser majos.
Supuse que ellas hablaban mal de mí.
Comentando con algunos compañeros en las salidas a tomar cañas, que con ellas no tenía relación de ningún tipo y que no entendía su actitud, todos decían “te tendrán envidia”.
A lo que yo respondía: “¿Envidia de qué, si no las voy a coger nadando en la vida?”.
Entonces me dejaban caer comentarios sobre, cómo yo me arreglo, sobre mi aspecto físico, sobre que si los hombres se fijan en mí….
En resumidas cuentas, me daban a entender que me tenían celos por cuestiones de belleza.
Curiosamente, ellas dos tienen pareja.
Y de feas no tienen nada.
A mi me parecen chicas físicamente guapas y atractivas, pero si es verdad que no se visibilizan mucho.
Justo hace unos días un compañero me contaba que subí una vez una foto a mi Instagram donde salía yo de perfil y escribí “hasta yo me mareo con tanta curva” [que cualquiera de dos dedos de frente entendería que estoy vacilando] y parece ser que esa foto se ruló mientras comentaban lo flipada que soy.
En otra ocasión le hice una broma a una compañera, y parece ser que comentaron que vaya sobrada había dicho…
Si hablo mucho porque hablo mucho y aquí la gente no está acostumbrada a conocer gente nueva con frecuencia. Si no hablo, porque no hablo, si hago tal, porque hice tal, si hago otra cosa, porque hice o dije esa otra cosa.
En una competición que teníamos por la tarde, me puse rimmel waterproof porque a veces con el rimmel me siento mejor, con las gafas no me entra agua y a esa competición iba muy nerviosa.
Necesitaba mirarme en el espejo de los baños y verme bien.
En la siguiente competición todo el mundo mirándome los ojos como mirando a ver si me ponía rimmel para meterme al agua [que no lo hice porque fue temprano por la mañana y me dio pereza].
El caso es que da igual que diga o haga.
Será criticado como lo mala o tonta persona que soy.
Conclusión, tengo 35 años y me están haciendo bullying de nuevo. Y ahora no es por sobrepeso, joer, que ahora es por atractiva… pues a ver en qué quedamos…
Pero el problema no es ese.
El problema es que la gente sabe de ellas que hablan mal de mí porque me tienen envidia, o al menos, así lo expresan.
La gente las señala como personas que me tienen envidia.
O sea, tienen la etiqueta de envidiosas.
Creo que llega un punto donde la gente se tiene que preguntar qué imagen da hacia fuera.
Porque no sé si lo que dicen de mí les merece la pena en función de lo que dice de ellas.
Es tristísimo cómo se dejan así mismas en tan mal lugar.
Joder, las mejores nadadoras del club, las envidiosas de la última nadadora.
Vaya imagen más mala de sí mismas que proyectan.
Como poco, de inferioridad.
O sea, me consideran más guapa o atractiva que ellas, y eso no les gusta.
¿Y dónde dejan la grandeza de ser las mejores nadadoras?
O mejor dicho, de su propia capacidad para ponerse guapas a si mismas o gustarse a si mismas a su manera.
Pues ya te lo digo yo, a la altura del betún.
La verdad que antes las admiraba por ser las mejores nadadoras.
Ahora, viendo su personalidad… honestamente no me parecen tan guays y sus logros en la natación me dan igual.
Me parecen unas impostoras.
Y ojo cuidado con esta palabras porque todas vivimos el síndrome de la impostora.
Pero siento que, en el momento que las sacas del agua, estás chicas pierden valor.
Evidentemente, no es así, pero es lo que proyectan de sí mismas.
Su falta de valor fuera del agua en base a la envidia que le tienen a otras.
Lo cierto es que Adela ganó un bronce o dos en unos campeonatos de España.
Cuando le preguntamos por la medalla, por si nos la enseñaba, la medio mostraba como si no fuese nada...
Y le hacíamos comentarios en plan “ jo que guay, estarás contenta”, mientras mirábamos los detalles de la medalla.
Sin embargo, ella hacía como si nada. Fingiendo esa falsa modestia, porque parece que estar contenta o feliz por su logro sería de….tachan, tachan…flipada.
Al final mi compañera Belén y yo salimos de ahí diciendo “Qué tía más rara, aquí haciendo como si no hubiera ganado nada, en vez de estar contenta y celebrarlo y poder celebrarlo nosotras con ella”.
Ni siquiera nosotras pudimos celebrar su logro con ella.
Al final, ganar esa medalla fue como, meh, pues vale, otra a la caja y ala.
Gano yo una de esas y la llevo en el cuello colgada un mes.
No puedo evitar pensar, que qué chica más tonta y lo que se está perdiendo por su mirada tóxica.
Evidentemente, si eres de las que va criticando a las demás por hacer X, entonces tú nunca jamás harás X, y quizás no hagas ni Y, ni Z.
¿Tiene sentido?
Pues para mí ninguno.
Muchas cosas tiene la vida como para andar perdiendo el tiempo, en no poder disfrutar de nosotras mismas por estupideces como ser “flipada”.
Critícame el día en que retorcerle la cabeza como si fuera de rosca a gatitos recién nacidos me ponga.
Pero que no me toque las narices con chorradas.
Sobre todo porque, ya no solo las minimiza a ellas.
Si no que a mí me regalan poder.
El poder que se rebajan a si mismas me lo regalan a mi.
Por otra parte también me crean problemas innecesarios y con ello estropean mi experiencia de la natación y de formar parte del equipo.
Pero no te quepa la menor duda de que mañana antes de salir de casa me hago otra foto y me autoescribo alguna típica frase de camionero.
Y a pastar.
Lo que desde luego no puedo hacer, es dejar de ser yo misma o disfrutar de mí por la incomodidad de otras personas.
El problema de la envidia al final no es el sentimiento de inferioridad ante mi que ellas sienten. El problema es que tenían dos formas de gestionarlo:
1- Saber que ellas valen para más y copiarme alguna cosa que les gustase o inspirarse en algo para gustarse a si mismas a su propio estilo, que por lo que sea aquí, las neuronas no las hacen conexión.
2- Asumir que no valen para más y necesitar menospreciarme, ensuciar mi imagen, ridiculizarme, o tratarme mal para que su mal estar consigo mismas se reduzca.
El problema de la envidia es que ellas eligen que su valor es menor y es lo que eligen decirle al mundo. Deciden decirle al mundo que su valor es menor y que para sentirse mejor yo tengo que ser menos también, o irme.
Al final solo se rodean de personas que les bailan el agua en su fantasía de mundo, mientras el tiempo pasa sin prosperar ni evolucionar de ninguna de las maneras.
Y así pasa que mujeres buenas nadadoras de 38 y 40 años se comportan como adolescentes estancadas en el tiempo.
Te cierro con este video, que viene al pelo, para darte otra perspectiva ⬇️
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